Por Gina McCarthy
Esta semana, el papa Francisco realizó una visita histórica a Washington, DC, donde se reunió con el presidente Obama, pronunció un discurso ante el Congreso y encabezará una concentración para apoyar la acción moral a favor de la justicia climática.
Este verano, el papa publicó una encíclica histórica enfatizando nuestra obligación moral para tomar acción para afrontar el cambio climático—por el bien de nuestros hijos y las poblaciones vulnerables alrededor del mundo. Su visita a Washington esta semana es un recordatorio de que la necesidad de tomar acción es más apremiante que nunca para proteger nuestro “hogar común”.
En la EPA, no podríamos estar más de acuerdo. La justicia ambienta constituye el núcleo de todo lo que hacemos, incluyendo nuestra labor para abordar el cambio climático. El cambio climático es personal, afecta a cada persona en Estados Unidos. Además, las comunidades de bajos ingresos y minoritarias son especialmente vulnerables a los cambios relacionados al clima como las tormentas más intensas, inundaciones, incendios y sequías. Y como si eso no fuera poco, ellos son los menos capaces de reconstruirse después de un desastre.
Las personas de bajos ingresos y comunidades minoritarias en Estados Unidos son más propensas a vivir bajo la sombre de industrias contaminantes como las centrales eléctricas, y son más probables de estar expuestas a niveles más altos de contaminación. Y la contaminación de carbono que propulsa el cambio climático trae consigo otros contaminantes peligrosos como el hollín y aquellos que forman el esmog, que pueden resultar en enfermedades de los pulmones y del corazón.
Más de 10 millones de niños en Estados Unidos han sido diagnosticados con asma. Pero para los niños de origen africano y latino, así como para los niños de familias de bajos ingresos, ellos son más propensos a padecer asma y problemas respiratorios que los demás niños.
Claro está que el cambio climático no tan solo está sucediendo aquí en Estados Unidos. Los ciudadanos de otros países como Bangladesh, y las naciones en las islas del Pacífico están teniendo que retirarse del alza en el nivel del mar; partes de África se enfrentan a una sequía devastadora, la cual amenaza el suministro de alimentos; los pueblos indígenas del Ártico están presenciando cómo los niveles del hielo marino están retrocediendo de manera sin precedentes.
Todos tenemos papeles que desempeñar para tomar acción de parte de aquellos que están sufriendo el embate mayor de los efectos del cambio climático. Al trabajar juntos, podremos afrontar el reto. El mensaje de la reciente encíclica papal fue extremadamente clara.
“Los seres humanos, mientras son capaces de lo peor, también son capaces de superarse, y escoger nuevamente lo que es bueno, y optar por un nuevo comienzo”.
Me enorgullece poder decir que los Estados Unidos están respondiendo a este llamado.
El Plan de Energía Limpia de la EPA encamina nuestra nación hacia el recortar la contaminación de carbono del sector energético a 32 por ciento por debajo de los niveles del 2005 para el 2030—mientras mantenemos la energía fiable y asequible. A medida de que hablamos, los estados alrededor del país ya están trazando sus planes de implementación.
La comunidad de fe ha servido como una fuerza catalítica extraordinaria a favor de la acción climática y hemos visto un apoyo increíble y un progreso en el sector privado también. Los negocios de todos los tamaños, están enrollándose las mangas para trabajar y reducir sus huellas de carbono, planificar para el cambio climático futuro, y promover soluciones innovadoras de energía limpia. También nos sentimos alentados por los pasos que nuestros socios alrededor del mundo están tomando, incluyendo las economías grandes y pequeñas, así como los emisores más grandes del mundo.
El impulso colectivo me da confianza de que se alcanzará un acuerdo climático global en París luego este año. Y me da esperanza de poder responder al llamado moral del papa: para proteger los menos afortunados y salvaguardar un planeta precioso y abundante, lleno de oportunidades para nuestros hijos y las generaciones venideras.
En la actualidad, el asunto está bajo investigación. Por ende, no podemos conceder una entrevista sobre el tema en estos momentos.
from The EPA Blog http://ift.tt/1MsAScM
Por Gina McCarthy
Esta semana, el papa Francisco realizó una visita histórica a Washington, DC, donde se reunió con el presidente Obama, pronunció un discurso ante el Congreso y encabezará una concentración para apoyar la acción moral a favor de la justicia climática.
Este verano, el papa publicó una encíclica histórica enfatizando nuestra obligación moral para tomar acción para afrontar el cambio climático—por el bien de nuestros hijos y las poblaciones vulnerables alrededor del mundo. Su visita a Washington esta semana es un recordatorio de que la necesidad de tomar acción es más apremiante que nunca para proteger nuestro “hogar común”.
En la EPA, no podríamos estar más de acuerdo. La justicia ambienta constituye el núcleo de todo lo que hacemos, incluyendo nuestra labor para abordar el cambio climático. El cambio climático es personal, afecta a cada persona en Estados Unidos. Además, las comunidades de bajos ingresos y minoritarias son especialmente vulnerables a los cambios relacionados al clima como las tormentas más intensas, inundaciones, incendios y sequías. Y como si eso no fuera poco, ellos son los menos capaces de reconstruirse después de un desastre.
Las personas de bajos ingresos y comunidades minoritarias en Estados Unidos son más propensas a vivir bajo la sombre de industrias contaminantes como las centrales eléctricas, y son más probables de estar expuestas a niveles más altos de contaminación. Y la contaminación de carbono que propulsa el cambio climático trae consigo otros contaminantes peligrosos como el hollín y aquellos que forman el esmog, que pueden resultar en enfermedades de los pulmones y del corazón.
Más de 10 millones de niños en Estados Unidos han sido diagnosticados con asma. Pero para los niños de origen africano y latino, así como para los niños de familias de bajos ingresos, ellos son más propensos a padecer asma y problemas respiratorios que los demás niños.
Claro está que el cambio climático no tan solo está sucediendo aquí en Estados Unidos. Los ciudadanos de otros países como Bangladesh, y las naciones en las islas del Pacífico están teniendo que retirarse del alza en el nivel del mar; partes de África se enfrentan a una sequía devastadora, la cual amenaza el suministro de alimentos; los pueblos indígenas del Ártico están presenciando cómo los niveles del hielo marino están retrocediendo de manera sin precedentes.
Todos tenemos papeles que desempeñar para tomar acción de parte de aquellos que están sufriendo el embate mayor de los efectos del cambio climático. Al trabajar juntos, podremos afrontar el reto. El mensaje de la reciente encíclica papal fue extremadamente clara.
“Los seres humanos, mientras son capaces de lo peor, también son capaces de superarse, y escoger nuevamente lo que es bueno, y optar por un nuevo comienzo”.
Me enorgullece poder decir que los Estados Unidos están respondiendo a este llamado.
El Plan de Energía Limpia de la EPA encamina nuestra nación hacia el recortar la contaminación de carbono del sector energético a 32 por ciento por debajo de los niveles del 2005 para el 2030—mientras mantenemos la energía fiable y asequible. A medida de que hablamos, los estados alrededor del país ya están trazando sus planes de implementación.
La comunidad de fe ha servido como una fuerza catalítica extraordinaria a favor de la acción climática y hemos visto un apoyo increíble y un progreso en el sector privado también. Los negocios de todos los tamaños, están enrollándose las mangas para trabajar y reducir sus huellas de carbono, planificar para el cambio climático futuro, y promover soluciones innovadoras de energía limpia. También nos sentimos alentados por los pasos que nuestros socios alrededor del mundo están tomando, incluyendo las economías grandes y pequeñas, así como los emisores más grandes del mundo.
El impulso colectivo me da confianza de que se alcanzará un acuerdo climático global en París luego este año. Y me da esperanza de poder responder al llamado moral del papa: para proteger los menos afortunados y salvaguardar un planeta precioso y abundante, lleno de oportunidades para nuestros hijos y las generaciones venideras.
En la actualidad, el asunto está bajo investigación. Por ende, no podemos conceder una entrevista sobre el tema en estos momentos.
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